Cada etapa de nuestra vida está marcada por diferentes aspectos evolutivos, como son, la inocencia de la infancia, la espontaneidad de la juventud y la madurez del adulto. Sin embargo, cuando la vida nos aproxima a la vejez, en ocasiones, no encontramos aspectos que nos ayuden a valorar, aceptar y disfrutar de esta etapa final de la vida.
La vejez está marcada por un deterioro físico y mental, que en ocasiones, no aceptamos, generando conflictos y dificultades de adaptación a las nuevas circunstancias vitales. Pero aún así, hay que tratar de disfrutar cada una de nuestras etapas, sin olvidarnos de esta última.
“Todos deseamos llegar a viejos, y todos negamos que hayamos llegado” -Quevedo-
Las etapas evolutivas
Como decíamos, cada etapa evolutiva, tiene sus propias características, las cuales solemos aceptar y evolucionar con ellas, sin demasiados conflictos emocionales. Al menos, no más allá de los propios necesarios para crecer. Y es importante, reflexionar acerca de que llegar a cada etapa de la vida, ha supuesto necesariamente vivir la anterior.
Se trata entonces, de que hay que aprender a valorar que nunca dejamos de ser niños, ni jóvenes ni adultos, sino que cada etapa y sus aprendizajes nos acompañarán durante toda nuestra existencia, siendo un equipaje para el camino que nos quede por recorrer.
“La madurez del hombre es haber recobrado la serenidad con la que jugábamos cuando eramos niños”.-Frederich Nietzsche
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