Mentiras

Psicología práctica

Desde la más tierna infancia, descubrimos que MENTIR, OCULTAR Y NO DECIR LA VERDAD, puede “salvarnos” de malas consecuencias;

Y en la edad adulta, esto nos posibilita vivir nuestra propia “realidad”, la que preferimos creer como real, la que nos beneficia en alguna parte de la historia.

Al igual que aprendimos en la infancia, cuando seguimos utilizando las mentiras y ocultaciones de adulto, es para evitar algunas consecuencias que valoramos desagradables o negativas.

Me refiero a que mentimos u ocultamos, para evitar dar explicaciones, para que alguien no tenga mala imagen de mí,  para librarnos de algo…

Y sin embargo, a pesar de que nos “quitamos” algunas consecuencias, de lo que no nos podemos librar es de la realidad, de cómo somos o cómo son las cosas realmente;

Y entonces, la mentira entra en su proceso más duro;

Cuando la realidad más objetiva quiere salir a la luz, y la mentira podría quedar deslumbrada, la mentira, aquella que nos inventamos, acaba convirtiéndose en realidad para la persona que la creó, argumentando, justificando y re-interpretando la realidad en función de ella;

En éste punto, la realidad se convierte en una cortina de humo para la persona que la disfrazó y para la que ahora ya no existen apenas diferencias entre su “realidad” y la realidad más objetiva.

Mentir es un proceso complejo, donde la mente busca escapar de unas consecuencias desagradables y de dónde más tarde no puede salir, envuelta en su propia nube de confusión.

Por ello, mentir NUNCA es una salida, nos aleja de las personas, de la realidad y de la vida que podría ser y que se esfumó para siempre.

 Dolores Rizo.

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Soy Dolores Rizo Vidal

Licenciada en psicología por la UNED.

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