Crianza y educación
Un año más, me asaltan muchas cuestiones en un día en el que se celebran los derechos de los niños y las niñas, – La primera de ellas es ¿Qué significa para los adultos que los menores tengan derechos? – Y en segundo lugar, ¿Sabemos en que medida, éstos derechos nos implican a los adultos, desde el día de su nacimiento? Como cada año, me cuestiono, si somos conscientes de lo que esto supone para los/as niños y niñas. No es tan sólo un trámite legal, ni una cuestión de leyes. Socialmente y culturalmente, puede servir para que los niños/as estén contemplados en un “sistema”, y que le de protección; Aunque sin duda, lo más importante no está en la sociedad, sino en el hogar de cada menor cuando nace. Si desde nuestra casa, los/as tenemos en cuenta, ya estaremos cumpliendo con sus derechos, pero hay mucho más, estaremos criando y educando en una salud mental y emocional, que le dará estabilidad a lo largo de toda su vida. En la infancia está la base de toda la vida, y por tanto, el RESPETO a sus necesidades como personas “menores”, garantizará el equilibrio necesario. Me he atrevido a “traducir” los derechos, para la lectura de los adultos, que somos los primeros implicados y responsables de que éstos se tengan en cuenta. Y hago alusión a nuestra “responsabilidad” como padre, madre, familiar, profesional, vecino/a o simplemente adulto, que interactúa continuamente con menores.Espero que nos ayude más a ponerlos en práctica.
La declaración de los derechos de los niños/as, reconoce al niño y la niña como “ser humano capaz de desarrollarse física, mental, social, moral y espiritualmente con libertad y dignidad”.
Sus 10 artículos hacen referencia a los siguientes derechos:
- El derecho a la igualdad, sin distinción de raza, religión, idioma, nacionalidad, sexo, opinión política…
Respeto a sus diferencias individuales, a su cultura, a sus necesidades especiales o no, a su ritmo de maduración, a su proceso individual de aprendizaje.
- El derecho a tener una protección especial para el desarrollo físico, mental y social.
Respeto a sus demandas, las cuales nos están pidiendo “a gritos”, que es lo que necesitan para un desarrollo saludable, y una vida feliz.
- El derecho a un nombre y a una nacionalidad desde su nacimiento.
Respeto al dirigirnos a ellos y ellas, sin etiquetas, motes, diminutivos, prejuicios, ni marcas “culturales o familiares”.
- El derecho a una alimentación, vivienda y atención médicos adecuados.
Respeto a su necesidad de equilibrio y estabilidad, bien sea de salud, alimentación, vivienda o emocional.
- El derecho a una educación y a un tratamiento especial para aquellos niños que sufren alguna discapacidad mental o física.
Respeto a ser escuchados/as, a recibir todas las explicaciones y atenciones que necesitan, respetemos su educación y seamos sus “mejores maestros/as”
- El derecho a la comprensión y al amor de los padres y de la sociedad.
Respetemos sus necesidades afectivas y emocionales, comprendiéndoles, escuchándoles, tratándoles como personas importantes. Son los adultos de mañana, y nos mostrarán lo que han recibido.
- El derecho a actividades recreativas y a una educación gratuita.
Respeto a su tiempo de ocio, compartido y libre, a su espacio, a compartir.
Dejémos que jueguen y juguemos con ellos/as.
- El derecho a estar entre los primeros en recibir ayuda en cualquier circunstancia.
Respeto a su individualidad, a sus necesidades, sean las que sean. Valoremos y demos importancia, a sus “llamadas de atención”, que nos avisan de que algo están necesitando, en la misma medida que lo haríamos con nosotros/as mismos/as.
- El derecho a la protección contra cualquier forma de abandono, crueldad y explotación.
Respeto, respeto, y más respeto, a su vida, a crecer, a madurar, a su tiempo de aprendizaje y juego, a su momento y a todas sus necesidades.
- El derecho a ser criado con un espíritu de comprensión, tolerancia, amistad entre los pueblos y hermandad universal.
Respeto a una crianza “feliz”, a sentirse querido, importante, integrado y cuidado. Vivir con ésos valores, es lo único que garantiza que vaya a practicarlos en su vida adulta.
Feliz crianza respetuosa y con Apego.
Dolores Rizo, Psicóloga.